«Cuando todo terminó, habíamos sobrevivido 31 personas. Habían muerto 41,
entre ellas varios niños. Mi esposa Pilar y mi hijo Yasser, de 11 años,
estaban entre los muertos”.
Compatriotas:

Ayer  se cumplió un aniversario más del día más trágico de la historia
de Cuba, el 13 de julio de 1994. El día del hundimiento del remolcador
13 de marzo frente a la ciudad de La Habana.

Ese día Fidel Castro demostró con cuánta cobardía y con cuánta maldad es capaz de actuar. 

Por premeditada y por sanguinaria, fue una acción diabólica.

Todos los cubanos sabemos que un plan así no podía haberse perpetrado
sin el consentimiento y la participación de Fidel Castro.  El tirano no
delega los detalles de sus grandes castigos.

Fidel Castro tenía conocimiento previo del plan de escape de un grupo de
cubanos y había planeado interceptarlos y hundirlos para darle una
lección al pueblo de Cuba. 

En la madrugada tres barcos del régimen esperaban la huida del 
remolcador 13 de marzo para emboscarlo.  En esta embarcación, familias
enteras, padres, madres y niños, un total de 72 seres humanos trataban
de salir de Cuba hacia la libertad. 

La descripción de Sergio Perodin, un cubano que participó en la
organización del intento de escape y que perdió parte de su familia en
el trágico desenlace, demuestra que la agresión contra ellos fue
premeditada.*

La tiranía tuvo tiempo de prepararse para hundirlos y tuvo toda la
intención de que no quedara nadie vivo, para que no hubiera un testigo.

Compatriotas, ante estos hechos, ante tanta crueldad, propongo que el día 13 de julio sea declarado un día de duelo nacional. 

Un día en que todos los cubanos, generación tras generación, recordemos a
esos hombres y mujeres, a esos diez niños cubanos que fueron asesinados
por tratar de huir hacia la libertad.

Para que nunca olvidemos que la libertad y el respeto de los derechos
humanos son los bienes más preciados de la humanidad.  Para que nunca
olvidemos que solo en democracia podemos  protegernos  de los hombres
que odian y destruyen.

Patria, Pueblo y Libertad

Miami 13 de julio de 2012

*“Zarpamos a unos 300 metros de la capitanía del puerto, que está en
medio de la bahía. Bordeamos muy despacio el área de Regla, alejándonos
lo más posible de la capitanía. Al pasar por el área de la capitanía un
remolcador, del tipo conocido como Polargo, nos vino encima a unos 200
metros de la fortaleza de El Morro y nos lanzó los primeros chorros de
agua con mangueras de alta presión.

Había gente en el Malecón habanero, parejas de novios, y comenzaron a
gritar al ver que el Polargo trataba de hundirnos. Las mujeres y los
niños subieron a cubierta para que los tripulantes del otro barco se
percataran de que iban a cometer un asesinato. Ellos no se detuvieron.

En medio de varias maniobras, el 13 de Marzo chocó con el Polargo, y en
el incidente logramos poner proa hacia afuera. Al salir de la bahía a
mar abierto, sin embargo, había otras dos embarcaciones Polargo
esperándonos escondidas detrás de El Morro.

Entre los tres barcos hacen un cerco al 13 de Marzo, y dos de ellos nos
lanzan potentes chorros de agua. Comienzan entonces a alejarnos de la
costa. Nos embestían y golpeaban, una y otra vez tratando de
volcarnos…Entonces se colocó un Polargo delante de nosotros y otro
detrás, este último era el que nos golpeaba. Así lograron quebrar la
estructura del 13 de Marzo, el cual comenzó a hundirse por la popa…

…el Polargo de atrás nos «escoreó», es decir se montó encima de nuestra
embarcación, la cual se hundió hasta la mitad. Unas 30 personas quedaron
atrapadas en la bodega del 13 de Marzo. Los que logramos salir a la
superficie vimos que las tres naves Polargo giraban a nuestro alrededor a
alta velocidad, tratando de hundirnos.

Se mantuvieron haciendo remolinos durante 40 minutos. Era evidente que
tenían el propósito de no dejar sobreviviente alguno que luego se
convirtiera en un peligroso testigo. Entre 15 y 18 personas que salimos a
la superficie nos asimos a una nevera que flotaba. Asi pudimos
salvarnos. Mi pequeño hijo Sergio estaba aferrado a mí. No sabíamos nada
del resto de la familia.

Cuando todo terminó, habíamos sobrevivido 31 personas. Habían muerto 41,
entre ellas varios niños. Mi esposa Pilar y mi hijo Yasser, de 11 años,
estaban entre los muertos”.